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miércoles, 15 de mayo de 2013

El lunes que viene empiezo

Excelente poema satírico de Yeray Rodríguez, canario de Artenara.


Tengo que ponerme a dieta
porque de tanto engordarme
casi no puedo agacharme
ni subirme la bragueta;
no he encontrado la receta
que me haga perder el peso
pues cuando inicio el proceso
me suelo sentir tan mal
que siempre digo: ¡Total,
el lunes que viene empiezo!

Y los lunes soy puntual:
desayuno poco y sano,
algún bocado liviano,
rico en fibra y pobre en sal,
a media mañana igual:
nada de pan ni de queso;
a mediodía me peso
y si no he bajado nada
doy la dieta por zanjada
y el lunes que viene empiezo.

Me comentaron que había
una dieta de una sopa,
y que existía una tropa
de gente que la ingería;
la quise probar un día
para ver lo que era eso,
pero una sopa sin hueso
ni fideos no está completa
y dije: Cambio de dieta
y el lunes que viene empiezo.

Otro día fui al endocrino:
que visita inoportuna
porque casi sufro una
sobredosis de pepino;
me quitó lo más genuino
de la vida que profeso,
y yo, traidor y confeso,
no puedo, le dije un día,
yo sé qué dieta es la mía
y el lunes que viene empiezo.

Para bajar la barriga
ejercicio quise hacer,
pero, ¡qué duro es correr
sin que nadie te persiga!
estaba de la fatiga
y del hambre ya tan preso,
que al almorzar me tropiezo
con lo que prohibido está
y dije entonces: ¡Qué va
el lunes que viene empiezo!

Y así va nuestro planeta,
y esto no es broma ni es chiste,
mientras medio mundo insiste
en querer ponerse a dieta,
el otro busca la meta
de acostarse alimentado;
y los pobres no han pensado
en dietas ni en endocrinos,
por eso nuestros caminos
tanto nos han separado.

Todos sabemos bastante
de angustia, llanto y pobreza,
y también de la tristeza
íntima de un emigrante;
demos un paso adelante
y luchemos por cambiar
este planeta dispar
y démosle otro futuro;
cualquier lunes, yo aseguro,
que es bueno para empezar.

Pero ya empecé una dieta
que me tiene controlado,
pronto estaré estilizado
y con un cuerpo de atleta;
por fin hallé la receta
para bajar la barriga;
pero déjenme que diga
que he ido dejando el vicio
con bastante sacrificio
y con más de una fatiga.

Ya no como solomillo
con salsa de Roquefort
y se me olvidó el sabor
que tiene un buen bocadillo,
ya las gambas al ajillo
ni las huelo ni las como,
ni las salchichas, ni el lomo,
ni ninguna chuchería,
y si veo una dulcería
ya ni a la puerta me asomo.

Pero lo que peor llevo
es lo de ejercicio hacer,
pues no me gusta correr
y al aerobic no me atrevo;
yo sé que si no me muevo
tardaré más en bajar
pero prefiero mirar
el deporte por la tele
porque en el sillón no duele
y no tienen que sudar.

Mas, desde que estoy a dieta,
me siento nuevo y distinto,
le abro agujeros al cinto
y el pantalón no me aprieta;
subo y bajo la bragueta
sin ninguna anomalía,
regresó mi anatomía
a su cotidiano ser,
incluso me vuelvo a ver
cosas que ya no veía.
Yeray Rodríguez Quintana