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domingo, 10 de febrero de 2013

Internet, difusor de cultura

Internet puede ser una fuente inconmesurable de conocimiento. Alguien la comparó a la antigua Biblioteca de Alejandría, y es eso y mucho más. Sin embargo, algunos, cuya vista no llega a sobrepasar la punta de su nariz, la ven exclusivamente como una fuente de delincuentes y llaman piratas a cualquiera que se aparte de la mediocridad cultural que se difunde por los medios que ellos llaman legales y se interese por algo más que no sea la telebasura. La llamada piratería ha hecho más por la difusión de la cultura que los ministerios de cultura de todos los gobiernos del mundo juntos. Y lo más importante es que muchos de nosotros, incluso sintiéndonos pobres, hemos tenido acceso a una cantidad inmensa de información y cultura que nuestro poder adquisitivo nos prohibía hasta ahora. Otra cosa es la violación de los derechos que tiene un autor sobre su obra. Un autor merece que se reconozca la autoría de su obra y, si ésta es importante, tiene derecho a vivir de ella. Pero no olvidemos que un excesivo abuso de los derechos de copia (copyright) puede llevar a una concepción elitista de la cultura. Y cuando esos derechos ya no pertenecen al autor sino a otras personas o entidades, se desvirtúa totalmente el espíritu de ese derecho.

Algunos creen que escritores, cantantes, músicos, actores, etc. sólo son capaces de producir obras si están en la opulencia y eso no es cierto, tenemos ejemplos de genios que han desarrollado su obra en las peores condiciones económicas para ellos (también existen otros que no, claro). Y se piensa que por el hecho de crear una obra de arte ya se tiene derecho a vivir como un rey. Hay muchísimas personas que crean la maravillosa obra de  arte que es conseguir sobrevivir y hacer sobrevivir a su familia en un mundo de miseria y pobreza, héroes anónimos  que mueren olvidados sin reconocimiento alguno de tan difícil gesta. ¡Cuánto echo de menos a gente como Andrew Tanebaum, que entrega su MINIX gratuitamente a la comunidad escolar, Linus Torvalds, su LINUX a la comunidad de internet, Richard Stallman, artífice de GNU, Donald Knuth, su TeX a la comunidad científica, etcétera, etcétera, etcétera! He citado sólo unos pocos, todos ellos relacionados con la informática, pero hay miles de personas de todos los campos que, renunciando a gran parte de los posibles beneficios económicos, han aportado su granito de arena al progreso efectivo de la comunidad humana, desde Manuel Patarroyo con sus investigaciones sobre la malaria hasta Vicente Ferrer con sus trabajos en la India.

Los gobiernos, inducidos por los poseedores de los derechos de copia, que la mayor parte de las veces ni siquiera son los autores, y atendiendo a atribuciones que ellos mismos se han concedido, se han propuesto legislar sobre algo que no les pertenece,como es internet, valorando más el beneficio económico de las empresas que la libertad individual de las personas. Por ejemplo, se permiten el lujo de cobrar un canon por un delito que ellos suponen que podríamos cometer (es como si, cuando te  compras un cuchillo para la cocina, te meten en la cárcel un par de días para compensar que con ese cuchillo puedes matar a una persona). El nombre correcto de eso no es canon, debiera ser simplemente robo, y no al estilo que se decía de Robin Hood, sino todo lo contrario, por ejemplo, se impone un pago a alguien que compra un disco y se entrega a un conocido cantante que duerme sobre colchones de dinero, y que quizás no tenga nada que ver con el destino que va a tener ese disco.