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viernes, 11 de enero de 2013

Julio Gallego y Abel Soria

Los payadores uruguayos Julio Gallego y Abel Soria enfrentados en esta milonga campera


ABEL SORIA
Payador Julio Gallego,
desgrane su espiga rubia
madurada a viento, a lluvia
y a rojos soles de fuego;
retomemos aquel juego
de las rimas juveniles,
colguemos de los pretiles
la flor de viejas payadas,
hoy con las voces cansadas
como ayer con veinte abriles.

JULIO GALLEGO
Bien, payador Abel Soria,
volvamos a esos abriles
cuyos empujes febriles
sólo están en la memoria.
La juventud, fugaz gloria,
fue una efímera amapola
y hoy tenemos que arriar cola
sin que se nos indemnice
de una sentencia que dice:
la vejez no viene sola.

ABEL SORIA
Por suerte no viene sola
ya que viene en compañía
de clara sabiduría
que brilla como una aureola.
Muere en la playa la ola
pero deja una alga verde
y es bueno que usted recuerde
que la vejez trae un don
como una compensación
por lo demás que se pierde.

JULIO GALLEGO
Tiene eso el mismo interés
que un pucho muerto en el labio,
quisiera ser no tan sabio
por ser joven otra vez,
le regalo la vejez
si le es tan interesante;
fui feliz cuando ignorante,
porque también fui capaz
de echar las penas pa atrás
y los kilos pa adelante.

ABEL SORIA
Aunque el ayer, que está lejos,
cause penas y resabios,
los que desdeñan ser sabios
no dejarán de ser viejos.
El que sabe, da consejos
y vive con Dios en paz;
no mire sólo hacia atrás
pues viviendo de ese modo
será un viejo, pese a todo,
pero viejo y nada más.

JULIO GALLEGO
Si la juventud fue gloria,
la mayor ingratitud
es perder la juventud
y conservar la memoria;
pero es peor, amigo Soria,
cuando deliran los viejos,
pese al consumo parejo
de marcela en altas dosis,
con una arteriosclerosis
que manda parar de lejos.

ABEL SORIA
Ser viejo no es cumplir años
ni ser joven, no cumplirlos;
si en el alma cantan mirlos
la edad no provoca daños;
ideales y desengaños
hay en las vidas humanas,
mas no deje que las canas
su buen ímpetu le roben
que ignoran la vejez joven
las juventudes ancianas.

JULIO GALLEGO
Quizás de escéptico peque
pero frente a una muchacha
vivo con la frente gacha,
no hay árbol que no se seque;
con mi osamenta tembleque
y algo más que cincuentona
soy como un hacha rabona
que sólo conserva el ojo
pero con el mango flojo
y el filo como la mola.

ABEL SORIA
Si está viejo pa el amor
asuma la edad que tiene
que tal vez así serene
su loco mundo interior;
y si cree que lo mejor
fue lo que hizo en el pasao,
hoy, que se ve derrumbao,
tiene el recurso tremendo
de consolarse diciendo:
que me quiten lo bailao.

JULIO GALLEGO
Cuando está en el ruido gordo
de un bailongo de los buenos
bailarín venido a menos
debiera ser también sordo;
si de ansiedad me desbordo
ni bien comienza la fiesta
mi oído es causa funesta
de las angustias más bravas
porque no me dan las tabas
pero escucho bien la orquesta.

ABEL SORIA
Aunque la angustia y el ansia
todo el tiempo lo joroben,
conserva el instinto joven
y eso es de gran importancia;
pero piense en la distancia
que hay entre hoy y el ayer,
pues si querer es poder,
ya usted pudo lo que quiso,
y si hoy le hace mal el guiso
lo mejor es no comer.

JULIO GALLEGO
Yo quisiera verlo a usted
prisionero de la edad
y al querer la libertad
chocar contra la pared,
verlo sufriendo una sed
de esas que nadie soporta,
verlo como se comporta,
cómo aguanta, cómo vive
cuando note que la aljibe
tiene la cadena corta.

ABEL SORIA
Yo no seré viejo nunca
por más que atesore agostos
y por senderos angostos
mi marcha se vuelva trunca;
si hoy mi cañada se enjunca
de frescura y de placer,
mañana, aunque llegue a arder,
sediento como una fragua
dejaré correr el agua
de la que no he de beber.

JULIO GALLEGO
Pese a lo que juramenta
se olvidará de lo dicho
puesto que el hombre es un bicho
que cambia sin darse cuenta;
quiere hacer a los sesenta
lo que no hizo a los dieciocho,
y al final, cuando esté chocho,
con la dentadura floja,
fatalmente se le antoja
más el turrón que el bizcocho.

ABEL SORIA
Yo querré pulir luceros
y abrillantar plenilunios
cuando derrumben los junios
el silo de mis eneros,
que mis instintos troveros
permanentemente troven,
pero con rimas que arroben
sin ser sol y sí reflejo
y así, sabiendo ser viejo,
no dejaré de ser joven.

JULIO GALLEGO
Si asume esa senectud
lo envidiaré, lo confieso,
y ojalá pueda con eso
mitigar toda inquietud,
quizás tenga la virtud
de conformarse con poco,
pero se va a volver loco
si pone el ojo en el trillo
cuando se sienta potrillo
siendo un matungo vichoco.

ABEL SORIA
Siendo usted cantor fecundo,
sembrador del verso alegre,
nada impedirá que integre
de los jóvenes el mundo;
pero, si en un mal segundo,
su tino y prudencia pierde,
sin rima que le concuerde,
sabrá, viéndose en apuros,
que entre jóvenes maduros
desentona un viejo verde.

JULIO GALLEGO
Yo me veo en una plaza
buscando soles y aromas
y alimentando palomas
con infinita cachaza;
pero si una chica pasa
y el instinto se me asoma
¿quién me frena, quien me doma
y a qué santo me remito
pa quedarme bien quietito
sin espantar las palomas?

ABEL SORIA
No será bueno que espante
los pájaros de la paz.

JULIO GALLEGO
Pero ¿cómo dejo atrás
lo que tengo por delante?

ABEL SORIA
¡Aguante, aparcero, aguante,
sin bufar a lo capincho!

JULIO GALLEGO
Si ya no corto ni pincho
¿cuál podrá ser mi esperanza?

ABEL SORIA
Que el suspiro de añoranza
no se le vuelva relincho.

JULIO GALLEGO
Es más viejo usted que yo
porque me ha dado consejo.

ABEL SORIA
Y usted será menos viejo
si en verdad los escuchó.

JULIO GALLEGO
Los escuché ¿cómo no?,
ya que el valor no les niego.

ABEL SORIA
Si no fue sordo ni ciego
su vejez será una gloria.

JULIO GALLEGO
Cantó el joven Abel Soria.

ABEL SORIA
Y el joven Julio Gallego.