Hoy día es un sofisticado y complejo idioma que sólo los que lo han tenido como lengua materna o lo han aprendido desde muy pequeño lo dominan al cien por cien (hay excepciones de personas que se han hecho expertos de mayores). Pero, a la vez que complejo, es también muy flexible, permitiendo esa flexibilidad el extraordinario juego del lenguaje que han hecho los escritores hispanos a lo largo de su historia.
No tiene nada que ver con el sencillo y ortogonal idioma inglés, cuyo mérito principal es ser hablado por el país más poderoso del mundo. Hay que reconocer que también ha influido su sencillez y ortogonalidad, como dije anteriormente. Los hispanoparlantes no necesitamos importar ninguna palabra del inglés porque éste es un idioma totalmente diferente que destruye las reglas de nuestro idioma. Esto no tiene nada que ver con anexos incorporados al castellano como, por ejemplo, el lunfardo, totalmente asimilable y al que podemos incluso reconocer como enriquecedor del idioma, dentro de su localización concreta.
Hay quien, hablando en castellano, mete palabras en inglés para parecer más culto, pero demuestra lo contrario: cuando, hablando en castellano, empleamos palabras en inglés, estamos demostrando la ignorancia de nuestro propio idioma. Hoy hablamos de «parking» en lugar de «aparcamiento», que no tiene otra ventaja que ser una palabra más corta, pero ¿para qué queremos palabras más cortas? ¿Para qué necesitamos terminar más rápidamente de hablar? ¿Tenemos alguna necesidad de cambiar la maravillosa palabra «murciélago» por la escueta «bat»? Poseemos un extraordinario idioma del que nos tenemos que sentir orgullosos y al que debemos cuidar. Está muy bien saber inglés (y otros idiomas), para intercambiar ideas y conocimientos con todo el mundo, pero, cuando hablamos en castellano, que se note que poseemos uno de idiomas más ricos del mundo.
Echo en falta, cuando estudiamos «Lengua Española», un apartado que está presente cuando estudiamos cualquier otro idioma, el «vocabulario», conocer el significado de las palabras y utilizarlas correctamente para expresar nuestro pensamiento. Dentro del mismo idioma, el lenguaje hablado es diferente del escrito, porque este último no posee los matices ni la interactividad del lenguaje hablado. La desventaja que tiene el hablado es que es más volátil que el escrito.
El otro día, en el programa de «Julia en la Onda», oí una palabra que me encantó: «listófono», para sustituir a «smartphone». Esa palabra desencadenó en mí la idea de crear una página donde se pudiera ver la expresión castellana que podríamos usar en lugar de la inglesa. Para ello voy a poner dos apartados:
1) TRADUCCIONES. Expresión inglesa y su traducción lógica como, por ejemplo, «rol», cuya traducción es «papel»: el «rol que desempeña una persona« es el «papel que desempeña...»
2) PROPOSICIONES: Expresión inglesa y una expresión en castellano nueva y propuesta para sustituirla. No tendrá carácter definitivo hasta que no la acepte la gente o proponga otra. El ejemplo es el anterior «listófono» para sustituir a «smartphone».
Será una página dinámica con posibilidad de rectificación. No obstante todo lo que he dicho, cualquier idea que se exprese en esta página deberá ser tomada como una opinión personal sin ningún rigor académico. El auténtico valor académico se lo deberá dar la gente con el empleo de esas palabras.